PSITACOSIS ORNITOSIS

 

Por Rafael Cuevas

HISTORIA

Esta enfermedad fue descrita por primera vez por Ritter (1.897) en Suiza, en una familia dedicada a la importación de aves psitácidas, de ahí el nombre de psitacosis. Desde entonces han aparecido brotes en el hombre, algunos ya históricos con consecuencias fatales. Se trata de una de las enfermedades más temibles y conocidas que se dan en aves.

En un principio se pensó que el agente productor de esta enfermedad era de naturaleza vírica, y fue designado con diferentes nombres: Miyagawanella ornithosis, Bedsonia, Neo-rikettsia.

ETIOLOGÍA

Se trata de una enfermedad infectocontagiosa producida por clamidias (tipo de bacterias próximas a las rikettsias), de ahí que también se la conozca como clamidiosis.

Cuando dicha enfermedad afecta a loros, periquitos, etc; es decir, a aves del grupo de las psitácidas se la conoce como psitacosis. Por el contrario, cuando afecta a otras aves como passeriformes, columbiformes, galliformes, es decir, a pájaros, palomas, gallinas, etc, se la designa como ornitosis. En general la ornitosis que se da en canarios por ejemplo, sigue un curso más benigno que la psitacosis en loros y otras psitácidas. Se calcula que en las poblaciones de psitácidas en estado salvaje el 1% es podador del germen, y entre un 20%-30% en las palomas que viven en las ciudades.

Son numerosas las especies de pájaros que pueden resultar afectadas por esta enfermedad: canarios, diamante de Gould, padda, gorriones, etc. Hasta ahora se ha descrito y observado el poder patógeno de Chlamydia psittaci en más de 140 especies de aves, existiendo cepas con diferentes grados de patogeneidad. Para Dorrenstein existen diferentes cepas de Chlamidya psittaci adaptadas a los diversos hospedadores y que pueden infectar al hombre y otros hospedadores diferentes.

TRANSMISIÓN

La transmisión de esta enfermedad se lleva a cabo por vía aerógena fundamentalmente, a través del polvo de las plumas o de los excrementos, expectoraciones de animales enfermos o portadores sanos. También se puede producir contagio a través de la vía digestiva, del huevo, cebado de las crías, siendo probable que también los ácaros actúen como vectores de la enfermedad.

Los factores predisponentes que favorecen la transmisión de la enfermedad son los cambios de temperatura, falta de ventilación e iluminación, traslados, falta de higiene, contacto con las aves salvajes, palomas y en general, todos los factores causantes de stress.

Las aves jóvenes son más sensibles que los adultos, al igual que ocurre con otras muchas enfermedades.

Esta enfermedad constituye una antropozoonosis, es decir, que puede ser transmitida al hombre, fundamentalmente por vía inhalatoria, así como a otros mamíferos como ovejas, vacas, caballos, cerdos, etc.

Desde un punto de vista bacteriológico no existen diferencias entre el germen productor de psitacosis y ornitosis en aves y mamíferos.

SINTOMATOLOGÍA

Los principales aparatos afectados son el respiratorio y el digestivo. Se produce disnea, derrame nasal y ocular, con cierre de uno (lo más frecuente) o ambos párpados, erizamiento de las plumas, somnolencia, inapetencia, diarrea verdosa o grisácea, convulsiones nerviosas, hepatitis. La forma de presentación de la enfermedad puede ser: superaguda, aguda, subaguda o crónica.

En general la morbilidad es mayor que la mortalidad. En las aves portadoras asintomáticas cuando bajan las defensas se puede presentar la enfermedad, igual que cuando una persona está. estresada o malnutrida por ejemplo, es más vulnerable a las infecciones.

Antes del descubrimiento de los antibióticos, en el hombre esta enfermedad podía llegar a ser mortal. En la actualidad cursa con neumonía, pleuresía (inflamación de las pleuras), tos, cansancio, fiebre, dolor de cabeza síntomas que cesan al cabo de 3-4 semanas tras un tratamiento con antibióticos.

La principal vía de entrada del germen en el hombre es inhalatoria.

En la psitacosis-ornitosis el contagio directo entre humanos es raro. Los comerciantes y criadores de aves con frecuencia y de forma progresiva quedan inmunizados tras el repetido contacto con las aves.

LESIONES

En la necropsia observamos como el cadáver está muy enflaquecido. La sangre con frecuencia está mal coagulada o sin coagular. En el pericardio y peritoneo (membranas que envuelven al corazón e intestino respectivamente) se observa un depósito mucofibrinoso rico en clamidias y otros gérmenes de acompañamiento. Depósitos purulentos de color amarillo grisáceo en los sacos aéreos. Tumefacción renal.

Hígado hipertrofiado, de color ocráceo, con presencia de numerosos y pequeños focos necróticos.

El bazo también se presenta aumentado de volumen, y sin lesiones específicas.

En el intestino se puede presentar enteritis acompañada en ocasiones de procesos hemorrágicos.

DIAGNÓSTICO

Debido a que la sintomatología no es muy específica, el diagnóstico certero sólo podrá ser confirmado en laboratorio por aislamiento de clamidias en hígado, intestino, pulmón, sacos aéreos, por medio de distintas técnicas microbiológicas como tinciones, pruebas serológicas, como fijación del complemento, etc. También es muy importante el estudio histopatológico de las vísceras. No obstante la prueba definitiva es el aislamiento del germen causal.

El envío al laboratorio, dada la gran contagiosidad de las muestras, en caso de psitacosis, se llevará a cabo envolviéndolas en plástico y rodeándolas de hielo, advirtiendo de la sospecha de dicha enfermedad y evitando en lo posible la manipulación del enfermo o del cadáver. Si el animal está vivo también se podrá realizar un análisis de sangre.

Existen gérmenes de acompañamiento que también pueden estar presentes conjuntamente con las clamidias pudiendo llegar a enmascarar la enfermedad. Entre estos gérmenes nos encontramos pasterellas, salmonellas, mycoplasmas, colibacilos, etc.

TRATAMIENTO

En caso de enfermedad diagnosticada a través de un laboratorio veterinario de análisis clínicos, lo más recomendable, aunque también lo más duro para el criador, es el sacrificio de las aves enfermas, portadoras y aves de las que se tenga sospecha de que puedan estar contaminadas, debido al peligro de contagio al hombre. Si se opta, no obstante por el tratamiento, se deberán extremar las medidas higiénicas.

Los antibióticos como terramicina, tetraciclinas, cloranfenicol, eritromicina, aureomicina dan buen resultado, siendo las tetraciclinas y aureomicina los más utilizados. Este tratamiento hay que llevarlo a cabo durante largo plazo (3-4 semanas), ya que en tratamientos antibióticos más cortos podemos hacer que los animales sean portadores permanentes asintomáticos, por el fenómeno de la quimiorresistencia bacteriana, pudiendo hacer éstos que la enfermedad rebrote en cualquier momento de stress e incluso que pueda ser transmitida al hombre.

Debido a la larga duración del tratamiento antibiótico, pueden aparecer efectos secundarios como inmunosupresión, micosis, avitaminosis, alteraciones importantes de la flora microbiana intestinal, etc.

Una vez pasada la enfermedad las aves alcanzan una inmunidad de duración variable.

En caso de sacrificio se procederá a una limpieza a fondo del aviario, utilizando para ello un compuesto fenólico, al que estas bacterias son muy sensibles.

PROFILAXIS

En los diferentes países se han adoptado medidas para evitar la propagación de esta infección, como prohibición de las importaciones, pasar un período de cuarentena durante el cual, en algunos países como EEUU, son tratadas con antibióticos como terramicina, etc. y se usan otras aves como centinelas para detectar la presencia de la enfermedad.

Pese a todo, existe un comercio ilegal de especies salvajes (España es uno de los países con un mayor tráfico ilegal de animales) con la consiguiente entrada de aves infectadas. Comprar pájaros a un comercio o criador con prestigio y seriedad es una buena medida de precaución.

CONCLUSIONES

El riesgo actualmente de contraer el hombre esta enfermedad es bajo, y no existen motivos fundados de preocupación y alarma para dejar de criar estas aves. Someter a las aves recién incorporadas a nuestro aviario a una rigurosa cuarentena (al menos de 6 semanas), extremar las medidas higiénicas y ante un brote de etiología desconocida recabar el asesoramiento por un veterinario especialista, constituyen las armas más eficaces de prevenir esta enfermedad.

En caso de contagio al hombre, la enfermedad no sigue un curso grave y su curación es posible con tratamiento antibiótico.

© Rafael Cuevas