Por Rafael Cuevas
Las virosis o
viriasis constituyen un capítulo importante dentro de las
enfermedades infectocontagiosas que afectan a nuestros canarios
y representan un reto en el diagnóstico y en la terapia.
Se trata de enfermedades
cuya etiología es vírica, es decir, el agente causal
es un virus.
Los virus son los
entes más pequeños que existen y sólo son visibles
al microscopio electrónico. No son considerados auténticos
seres vivos sino acelulares pues son parásitos obligados
y necesitan un hospedador para poder vivir. Su organización
es muy sencilla, ya que constan de una molécula de ácido
nucleico (ADN óARN, nunca ambos tipos), una envoltura proteínica
llamada cápsida, y en ocasiones una envoltura membranosa
lipoproteica.
Los virus que contienen
ADN son llamados adenovirus y los que contienen ARN son ribovirus.
Los que pueden atacar a animales, vegetales y a bacterias; o sea,
hay virus animales, vegetales y bacteriófagos. El canario
no podía ser una excepción y como todos los animales
es atacado por distintos tipos de virus animales.
La forma de causar
daño algunos virus es disminuyendo la producción de
algunas hormonas, por ejemplo la hormona del crecimiento, por lo
que algunos casos de raquitismo y disminución del crecimiento
pueden tener una etiología vírica. Otros virus pueden
producir tumores.
Los virus se transmiten
a través del aire, agua, heces, parásitos, suelo,
comida, aves portadoras, bien enfermas o sanas (portadores sanos)
e incluso el propio canaricultor puede actuar de transmisor entre
unos canarios y otros. La vía de transmisión al canario,
por tanto, puede ser respiratoria, digestiva, a través de
la y cópula, a través del huevo y cutánea,
siendo la vía respiratoria la más frecuente.
El sistema inmunológico
es responsable de reaccionar frente a los microorganismos, de ello
se encargan los glóbulos blancos o leucocitos, bien digiriendo
por fagocitosis al virus o bien mediante la formación de
anticuemos específicos. También las células
infectadas por un virus pueden sintetizar una sustancia llamada
interferón que ayuda a combatir a ese virus.
El resultado de esta
lucha dependerá de la eficacia de la defensa y de la virulencia
del virus.
Si el pájaro
sale vencedor quedará inmunizado frente a ese microbio, en
la mayoría de las veces de por vida. La inmunidad frente
a un determinado microorganismo también se transmite a la
descendencia.
La eficacia del sistema
inmunitario también varía de unos individuos a otros
y esto condiciona una mayor o menor resistencia frente a la infección.
La edad también
es un factor que influye, ya que los pájaros jóvenes
son más vulnerables, así como los más viejos;
la vejez es un elemento de fragilidad; las situaciones de cría,
muda e incubación también hacen más sensibles
a los pájaros.
El canaricultor está
más desarmado, en general, frente a las enfermedades víricas
con respecto a las bacterianas, ya que los antibióticos son
ineficaces contra los virus, y sólo podrán ser utilizados
para contrarrestar las infecciones oportunistas secundarias provocadas
por éstos, pues al debilitar el organismo, son más
vulnerables a las infecciones por bacterias. Por otro lado, el uso
inadecuado de antibióticos, como por ejemplo las tetraciclinas,
durante una infección vírica puede dar lugar a una
situación de bajada de defensas (inmunodepresión)
y hacer que el organismo sea más sensible al ataque del virus,
por lo que aumenta el riesgo de infección. En general los
virus son más resistentes que las bacterias a la acción
desinfectante.
¿Cómo puede
luchar el canaricultor contra las enfermedades víricas? Existen
medidas preventivas de carácter general, y otras más
específicas. En cuanto a la prevención general
podemos decir que una escrupulosa higiene y desinfección
resultan esenciales; en tal sentido diré que la lejía,
las sales de amonio cuaternario y las radiaciones solares son armas
muy eficaces para ¡a destrucción del virus. El mantenimiento
de un riguroso período de aislamiento de alrededor de un
mes antes de incorporar a nuestro aviario aves recién adquiridas
o provenientes de exposiciones es una medida muy eficaz, el descartar
para la reproducción y aislar cualquier ejemplar que muestre
signos de enfermedad e incluso los portadores sanos (aunque esto
sólo podrá ser realizado por determinados test y análisis
de laboratorio) son otras medidas muy importantes.
El hacinamiento,
la falta de una adecuada ventilación, el contacto con aves
silvestres, palomares y gallineros, también son circunstancias
que favorecen la propagación de los virus y el aumento de
su virulencia. Tampoco es conveniente que convivan en la misma jaula
animales adultos y jóvenes.
Una alimentación
equilibrada y adaptada a las distintas épocas del año,
unido a unas condiciones no estresantes de luz, temperatura, humedad,
evitando en todo momento los cambios bruscos y con ello una bajada
en las defensas orgánicas (inmunodepresión), son
factores que harán más resistentes nuestros canarios
a una infección vírica, pero no por ello invulnerables.
La selección
por la salud tiene una gran importancia cara a la prevención
de las enfermedades víricas.
En cuanto a medidas
de prevención específicas tenemos la vacunación,
por medio de la cual los pájaros crearán anticuerpos
que les harán inmunes frente a una determinada infección
vírica (inmunidad artificial activa). El problema es que
lamentablemente en canaricultura contamos con muy pocas vacunas
específicas para los canarios, pues las opiniones, en algunos
casos, y con relación a la utilización de determinados
tipos de vacunas, varían mucho según los especialistas
y laboratorios consultados. Además de esto está el
hecho de las mutaciones víricas que hacen ineficaces a las
vacunas, igual que pasa por ejemplo con la gripe humana o el SIDA.
Todos estos hechos constituyen el talón de Aquiles de nuestra
afición, pues la aparición de este tipo de enfermedades
incurables, hoy por hoy, dan poca seguridad a la cría del
canario, ya que en poco tiempo pueden llegar a eliminar el trabajo
de años y años de selección, lo que es mucho
más importante que las pérdidas económicas
pues por otro lado, éstas no suelen ser cuantiosas. Pienso
que son pocos los criadores con varias décadas de experiencia
que se hayan librado de una epidemia vírica que haya puesto
a prueba su afición; la verdad es que eso desmoraliza a cualquiera
y más si se es neófito en el tema.
Entre las enfermedades
víricas que pueden afectar al canario tenemos:
difteroviruela,
laringotraqueitis infecciosa, paramixovirosis.
La difteroviruela
está producida por un Pox-virus y es la enfermedad
vírica más conocida y frecuente, ataca frecuentemente
en verano y otoño; afortunadamente se dispone de vacunas,
pero éstas deben ser específicas para el canario,
pues lo demás será perder el tiempo, el dinero y las
vidas de nuestros canarios. Es muy importante vacunar adecuadamente,
pues si no se hace corremos el riesgo de propagar la enfermedad
en nuestro criadero. Antes de vacunar a cada canario será
preciso esterilizar la aguja, para evitar la transmisión
por canarios que pudieran estar en período de incubación
de dicha enfermedad. Por otra parte, habrá que comprobar
a la semana o diez días la efectividad de la vacunación
por medio de la observación de una pústula del tamaño
de un grano de arroz en la membrana alar (punto de inoculación),
para proceder a una nueva vacunación si fuera necesario.
Hay que revacunar anualmente, pues al cabo de este tiempo la tasa
de anticuerpos en sangre será baja y no asegura la inmunización
total del animal.
La laringotraqueitis
infecciosa está producida por un virus Torpeio cívium,
y aunque en avicultura existen vacunas no se cuenta en la actualidad
con vacunas específicas para el canario.
Otro tipo de virus
que pueden atacar al canario son los paramixovirus, originando
paramixovirosis, siendo ¡a más conocida la enfermedad de
Newcastle o pseudopeste aviar, y que por otro lado constituye una
zoonosis, es decir una enfermedad con posibilidad de ser
transmitida a la especie humana.
La vacunación
al canario contra esta enfermedad es controvertida, ya que existen
dos tipos de vacunas: vacuna con virus inactivado (Hitchner B1)
y vacuna tipo La Sota; aunque aquí no se ponen de acuerdo
los distintos autores sobre el tipo con que vacunar al canario,
pues parece ser que en algunos casos se han producido accidentes
mortales en los canarios e incluso según algunos autores
existen grandes riesgos de difundir la enfermedad, al dar lugar
las vacunas vivas a animales portadores de virus. Mi opinión
personal, según mi propia experiencia y el consejo especialista,
es la de vacunar en último extremo con el tipo Hitchner B1
, es decir, una vez confirmada la enfermedad.
Vuelvo a insistir
en que la patología de las pequeñas aves de compañía
está un poco dejada por el mundo veterinario, aunque parte
de culpa del problema lo tenemos los canaricultores, por no consultar
periódicamente y ofrecerles cadáveres y animales enfermos
para que hagan autopsias y un mejor estudio de estas enfermedades.
Además de
las enfermedades víricas citadas existen otras menos conocidas
en el canario, pero también citadas por algunos autores,
así la leucosis y la enteritis hemorrágica,
enfermedades producidas por enterovirus, enfermedad de Marek, además
de otras muchas por identificar y estudiar, pero sin duda presentes
en nuestros canarios, y que cuantitativamente pienso son las más
numerosas.
Si a pesar de todos
nuestros esfuerzos por prevenir una enfermedad vírica, ésta
se declara, poco podemos hacer salvo mejorar las defensas orgánicas
de nuestros pájaros: extremar la higiene, añadir complementos
vitamínicos y minerales, bacilos lácticos, aislamiento
de ejemplares enfermos, separar los pájaros en grupos lo
menos numerosos posible, no intercambiar comederos, bebederos, utilización
de levamisol como inmunoestimulante, etc. pero la situación
ya prácticamente será irreversible y podemos esperar
gran número de bajas en nuestro criadero: será la
ley del más fuerte (selección natural). Aquí
es más válido que nunca "mas vale prevenir que
curar".
Es muy difícil
eliminar los virus, siendo lo más normal que el individuo
permanezca durante mucho tiempo como portador de los mismos y se
reactiven ante una situación de bajada de las defensas motivada
por una situación de stress o durante la cría o muda;
de aquí la importancia de la eliminación de los portadores
para romper la cadena infectiva del virus.
El diagnóstico
de las virosis se puede realizar directamente mediante aislamiento
e identificación de las muestras biológicas, o de
manera indirecta, por medios serológicos, al detectar un
aumento en la concentración de anticuerpos específicos
para el virus sospechoso.
El aislamiento y
cultivo de los virus en laboratorio es mucho más complejo
que en el caso de las bacterias.
© Rafael Cuevas
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