Hago a continuación una reflexión sobre los artículos que dejó escritos D. Antonio Drove Aza. Con ello no quiero haya de tomarse como verdad absoluta y dogma de fe, sino como de un particular punto de vista con el que se podrá estar de acuerdo o no.

Los artículos de Drove, son el fiel reflejo de lo que ocurría hace 50 años en la sociedad canaril del momento. Los problemas epistemológicos de Timbrado, al que Drove se refiere en sus escritos como canrio del país, siguen de una manera u otra presente en nuestros días.
Son muchos los errores que se han cometido con el Timbrado, el primero de ellos fue bautizar al cantor como Timbrado en base a la creencia de que la parte fundamental de la canción del mismo, debían ser los timbres. De esta manera se comprende que en la planilla primigenia de la raza existieran casillas para tres tipos de timbres diferentes, metálico, intermedio y profundo. Todos sabemos hoy, que no es esta la característica principal del T.E, si no su timbre de voz brillante y metálico. En base a la falsa creencia los criadores de la época cometieron el segundo gran error del Timbrado, lo cruzaron con el mejor de los cantores en la emisión de timbres, el Roller. Fruto de ese mestizaje de Canario del País con el perseverante canto Roller, fueron esos canarios de los que Drove habla, canarios que emitían “timbres rulados” de los que carecía el Canario del País. En sus escritos Drove deja bien claro que el Canario del País carecía de notas continuas, y que esos timbres rulados que eran modulados por los pájaros, eran impropios de la raza. Sostiene también que el Canario del País emitía “tintineos” intermitentes internacionalmente llamados timbres por su tono metálico o agudo, pero que distan años luz de canarios bastardos de roller. No nos olvidemos de que Drove era Juez de canto roller, y por tanto perfecto conocedor de las notas que enjuiciaba. Lógico es entonces que después de haber oído los canarios de Vich, de Asturias, del País, no comulgara con el timbrado al uso que por aquel entonces imperaba.
Trabajó por conseguir esos canarios sin ritmos continuos (timbres rulados), ricos en notas de agua procedentes del canario ancestral, y de “flautas” como denominó a los floreos. Su trabajo le costó pero encontró en el núcleo asturiano lo que andaba buscando. Aquí fue donde Drove encontró los pocos Canarios del País que no habían sido bastardeados ( y si lo hicieron fue en una ínfima medida) y donde los aficionados asturianos encontraron a un docto conocedor de los canarios que ellos habían sabido preservar. Simbiosis perfecta que ha llevado a la afición asturiana a estar donde hoy está.
Los trabajos realizados con esos canarios “puros” (nunca se sabrá a ciencia cierta) y el uso del canario silvestre que comenta en alguno de sus escritos para recuperar el canto del que antes hablaba fueron muy buenos, y las pruebas que hoy tenemos de ello así lo demuestran. Se alejaron cuanto pudieron de los timbres rulados de emisión gutural y de las notas continuas con presencia de “r”, así como de las notas desagradables, llegando a conseguir un canto dulce y agradable al oído.
Perseguidos por carecer de “timbres” (estaban incurriendo en el primer error), esos canarios se encontraban muy localizados, pues los criadores de estos eran hostigados por los que de forma improcedente mantenían esos timbres.
Conviviendo las dos “tendencias" desde hace más de 50 años (tercero de los errores), han sido enjuiciados unos y otros bajo la misma planilla y el genuino “Canario del País” sigue a la sombra de un canario cruzado, seguramente sin maldad y por la falta de conocimiento e información de la época.

El tiempo, como dice algún amigo, pondrá las cosas en su sitio, pero mientras tanto no olvidemos los apuntes del maestro y sigamos trabajando.