Unos cuántos km, unas cuántas horas de hide, frío, pero disfrutar de cientos de grullas en su invernada anual merece la pena. Los cantos se quedan grabados en tu cabeza después de haberlos estado escuchando durante todo el día y cuando te metes en la cama sueñas con trompetas. Como siempre, espero que os gusten.

Saludos y sonrisas...